Georgia O’keeffe: una mujer sin límites, pintora de la naturaleza
Artista moderna, americana, curiosa y viajera, exploradora de territorios, recolectora de objetos, inspirada en sus caminatas, metódica, determinada, y libre. Ya en 1923 decide pintar a su manera, separándose del camino establecido para expresarse con formas y colores, moviéndose entre la figuración y la abstracción.
“Mis ojos pueden ver formas, es como si mi mente creara formas de las que no sé nada, tengo esa forma en la cabeza y a veces sé de dónde viene y a veces no. Me enseñaron a pintar como lo hacían otros, y yo sabía que nunca pintaría tan bien como ellos, nunca me enseñaron a pintar a mí manera (…) Podían decirme cómo pintar su paisaje, pero no el mío”.
Hibiscus with Plumeria, 1939 / Blue Flower, 1918
Rascacielos con los reflejos del sol o la luna, Nueva York, objetos encontrados y esas magnificas flores de dimensiones enormes. “La mayoría de la gente corre de un lado a otro y no tiene tiempo para mirar una flor, y yo quiero que la vean, quieran o no”.
Cuando llegó a Nuevo México supo que esa era su tierra. Aquí plasmó esos increíbles paisajes llenos de misterio, pasaba largas temporadas en esta tierra desértica e incluso adaptó un coche como estudio para observar ese entorno que la fascinaba.
Georgia creo imágenes “que expresaban la amplitud y la maravilla del mundo tal como yo vivo en él”.Georgia fue una mujer valiente, y más para su tiempo, que supo vivir su pasión por el arte hasta sus últimos años.
Dedicó el resto de su vida pintar ese vasto e intrigante paisaje de mágica luz, pintó también objetos que ahí iba encontrando y cuando ya no pudo ver mas porque sus ojos la traicionaron, se volcó al trabajo de la cerámica y sus manos siguieron moldeando formas que la apasionaban hasta casi cumplir 100 años.
Aunque algunos críticos de arte vieron en sus amplificadas flores una connotación sexual, ella nunca hablo de esto, era una realidad majestuosa que le fascinaba, para que el ojo apreciara todos los detalles.