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Mujeres, las más afectadas

Mujeres, las más afectadas

Permitir que el progreso de los derechos de las mujeres se evapore tendría un enorme costo.

 

Por: Women in Connection | Publicado el 09 de septiembre de 2020 en El Tiempo

Women in Connection es un grupo de mujeres líderes que trabajan por la equidad de género, el empoderamiento de la mujer y el bienestar económico y social del país.

 

Sin bien la crisis del covid-19 ha tenido un enorme impacto para toda la población, no cabe duda de que los costos directos e indirectos en dimensiones tan diversas como las oportunidades económicas, el grado de exposición a la violencia doméstica y la distribución del tiempo en tareas del hogar y el cuidado han sido desproporcionalmente mayores para las mujeres.

 

Según datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) del Dane para lo que va corrido del año, la crisis por el covid-19 ha vuelto a abrir las brechas de género en el mercado laboral, que venían cerrándose en años recientes. Para el mes de julio de 2020, la tasa de desempleo femenino fue de 26,2 %, mientras que entre los hombres fue de 16,2 %, una diferencia de 10 puntos porcentuales. Por su parte, la tasa de participación laboral de las mujeres (históricamente más baja que la de los hombres) para el trimestre móvil abril-junio de 2020 fue de 44 %, mientras que en el mismo periodo de 2019 fue de 53 %.

 

Hay varias razones detrás del comportamiento de estos indicadores. En primer lugar, según el Dane y la Universidad Javeriana, el empleo femenino está concentrado en sectores que han sido más vulnerables a la pandemia y cuyas actividades no pueden hacerse de manera remota, tales como comercio, hoteles y restaurantes y otros servicios sociales y personales (como el servicio doméstico), lo que disminuye las perspectivas de emplearse en el corto plazo.

 

Por otro lado, las mujeres enfrentan una carga desproporcionada en las labores de cuidado. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, antes de la pandemia, el tiempo que las mujeres dedicaban al día a labores no remuneradas era de 7,25 horas, mientras que los hombres solo dedicaban 3,5 horas. El cierre de guarderías y colegios a raíz de la pandemia ha exacerbado este desbalance y ha llevado a que las mujeres aumenten de manera significativa el número de horas dedicado a las tareas del hogar y al cuidado de niñas y niños, lo cual dificulta su vinculación al mercado laboral.

 

El impacto sobre el empleo de las mujeres ha sido tal que ha llamado la atención tanto de analistas como de la opinión pública y los medios de comunicación, lo que ha ayudado a visibilizar la situación y presionar para que en el diseño de las políticas de reactivación del empleo se incluyan medidas que disminuyan las barreras de empleabilidad de las mujeres.

 

Lo primero es adelantar un plan para la pronta reapertura de guarderías y colegios. Esto no solo iría en beneficio del desempeño de las mujeres en el mercado laboral, sino que también beneficiaría a los millones de niños y niñas a los que se les han interrumpido sus procesos de aprendizaje y muchos de los cuales se han visto afectados emocionalmente.

 

En el mediano plazo es necesario desarrollar una política del cuidado de modo tal que la organización social y económica del trabajo que se dedica a la atención de dependientes sea equitativa. Esto implica ampliar la oferta de servicios de guarderías y centros especializados en la atención a la tercera edad a lo largo del país, particularmente en la ruralidad.

 

Adicionalmente, si bien es cierto que las mujeres en Colombia tienen en promedio más años de escolaridad que los hombres, las carreras que escogen al culminar la educación media son generalmente peor remuneradas que las que escogen los hombres. Hay que acabar con los sesgos en los procesos educativos, como por ejemplo el de la idea tradicional de que los niños son mejores para las matemáticas, e incentivar la incursión de las mujeres en carreras STEM.

 

A nivel de las empresas también hay trabajo por hacer. Se debe promover desde el más alto nivel la contratación y el desarrollo laboral de las mujeres. Esto implica muchas veces que se tengan que actualizar los procesos de contratación, promoción laboral y gestión de personal, con el fin de eliminar sesgos y contribuir a romper el denominado techo de cristal.

 

No actuar en estos frentes implicaría que el progreso experimentado por años en relación con los derechos de las mujeres se evapore, lo que tendría un enorme costo social y económico para el país.

 

Rosario Córdoba Garcés
Presidenta del Consejo Privado de Competitividad y miembro de la junta directiva de Women in Connection, Grupo Argos, Casa Editorial EL TIEMPO y Fiduciaria Bogotá.