¡Afuera, delincuentes disfrazados de gobernantes!

Aprovechar las dimensiones de género en la lucha contra la corrupción lleva a sociedades inclusivas.

 

Por: Women in Connection | Publicado el 16 de diciembre de 2020 en El Tiempo

Women in Connection es un grupo de mujeres líderes que trabajan por la equidad de género, el empoderamiento de la mujer y el bienestar económico y social del país.

 

“¡Afuera, delincuentes disfrazados de gobernantes!”. Así titulan pancartas y muestran su sentir las personas indignadas que han salido a las calles a protestar por las diferentes ciudades del país. Efectivamente, el pasado 9 de diciembre se conmemoró el Día Internacional contra la Corrupción y es así como debemos recordar y entender este terrible flagelo: ¡con indignación! Si bien se desmintió la veracidad de un supuesto ranking que ubicaba a Colombia en el puesto número uno a nivel mundial, según Transparencia Internacional, para 2019 el país ocupó el deshonroso puesto 96 entre 198 países en el mundo y obtuvo una vergonzosa puntuación de 35/100 puntos.

 

No perdamos de vista que la Fiscalía informó que este año 2.676 personas fueron vinculadas formalmente a procesos penales por corrupción; que los jueces emitieron 701 condenas a implicados por pago de sobornos, tráfico de influencias y desviación de recursos de la Nación; que, según el Fiscal Barbosa, están en riesgo por corrupción más de 90 billones de pesos de contratos; y el índice de esclarecimiento sólo llega al 38%, es decir que más del 60% de los casos no han sido resueltos o permanecen en la impunidad”.

 

Pero lo más preocupante es que existe un vínculo directo entre la corrupción y delitos como el crimen transnacional organizado, terrorismo, tráfico de drogas, contrabando, trata de personas y el tráfico de armas, entre otros. Así mismo, según la UNODC, “la corrupción afecta de manera desproporcionada a las poblaciones vulnerables y perjudica con mayor dureza a las personas en situación de pobreza, especialmente a las mujeres, quienes representan una proporción mayor de los pobres en el mundo”.

 

Es muy importante que a partir de iniciativas de la sociedad civil como Women in Connection actuemos de manera proactiva ante este cáncer que carcome a nuestra sociedad y lideremos con el ejemplo. Si queremos cambios reales en nuestra sociedad, especialmente empoderando a la mujer, este empoderamiento debe estar dirigido hacia generar valor para la sociedad. En ningún caso podemos permitir que la corrupción sea vista como un fenómeno normal y que nos conformemos con creer que “hace parte de nuestra cultura”. Por eso es importante enfatizar en el concepto ´generación de valor´. Si bien es impreciso afirmar que las mujeres son menos corruptas que los hombres, sí es acertado indicar que trabajar con ellas desde los valores y a partir de políticas de paridad puede llegar a ser un motor poderoso de transformación social al ubicarlas en posiciones de poder en todos los niveles de la sociedad.

 

Ni siquiera el masivo clamor ciudadano pudo hacer que las cosas avanzaran en materia de lucha contra la corrupción tras la llamada ‘consulta anticorrupción’ de hace dos años. Pues el Congreso adoptó su cómoda “operación tortuga” al no legislar efectivamente incorporando leyes acordes con las propuestas planteadas para solucionar este flagelo.

 

Es por eso que hoy debemos levantar la mano y poner el foco en la propuesta hecha por las comisiones primeras conjuntas del Senado y Cámara, donde se aprobó que la reforma electoral incorporara un elemento potencialmente transformador encaminado hacia que las listas que presenten los partidos para corporaciones públicas estén constituidas por 50 por ciento hombres y 50 por ciento mujeres. En efecto, según un estudio publicado en el Journal of Economic Behavior & Organization, en un análisis comparativo hecho en 125 países se demostró que hay menos corrupción en países donde hay una mayor participación femenina en los parlamentos nacionales y locales.

 

Lograr que Colombia incorpore prácticas y políticas de paridad de género –incluyendo posiciones de elección popular– puede significar un punto de inflexión no solo para la democracia colombiana, sino en la lucha contra la corrupción y la búsqueda de mayor transparencia en el accionar público. La evidencia empírica nos ha demostrado que en la mayoría de los casos donde las mujeres ejercen posiciones de liderazgo sus decisiones generan un impacto muy positivo para la sociedad. En conclusión, aprovechar las dimensiones de género en la lucha contra la corrupción puede conducir a sociedades más inclusivas y más transparentes.

 

Marcela Prieto
Politóloga y experta en política pública. Vicepresidenta de Relaciones Institucionales para Iberoamérica y EE. UU. de Visión Américas LLC, directora del Comité de Política Pública de Women in Connection.

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