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Cuando las ganas son más fuertes que la adversidad

Cuando las ganas son más fuertes que la adversidad

Entrevista de Claudia González a Francisca Olavarría, directora académica de la Fundación Soymás

 

Cumplir con los objetivos de la fundación es siempre un despliegue incesante de esfuerzos y voluntades que el 2020 exigió al máximo. Con orgullo, la directora académica, Francisca Olavarría, cuenta cómo superaron la peor crisis del siglo.

 

“Inaugurar el nuevo edificio de la fundación nos tenía tremendamente ilusionados porque significaba incorporar a más estudiantes. Estaba todo listo para comenzar, cuando justo se decretó la primera cuarentena en Santiago. Desde el primer momento, comenzamos a adaptarnos a la nueva realidad y a enfrentar una serie de inconvenientes nuevos, como la falta de herramientas tecnológicas y la necesidad de instrucción al respecto”. Así recuerda Francisca Olavarría, el momento en que la planificación que SoyMás tenía para el 2020 debió adaptarse a la llegada del covid19. “Hoy, un año después, podemos decir con satisfacción que gran parte de las estudiantes aprendió, avanzó en sus proyectos y está preparada para comenzar otra etapa en su vida”.

 

Dentro del sistema “ensayo y error” que impuso la emergencia sanitaria, la primera misión fue garantizar el acceso a internet y a equipos para poder dictar las clases virtuales a las 77 nuevas alumnas. “Nos empezamos a conseguir computadores y tablets, además de alguien que arreglara los equipos e instalara todos los programas necesarios para que pudieran trabajar de forma adecuada. En forma paralela, postulamos a un proyecto Larraín Vial y logramos becar de internet a todas las chicas que no tenían conexión”, narra.

 

CAMPAÑAS DE ALIMENTOS

 

Aunque hubo deserciones, quienes permanecieron, lograron adaptarse a la nueva modalidad mostrando un compromiso inclaudicable que emocionó al staff de la fundación. “Cuando levantaron las cuarentenas, las alumnas comenzaron a llegar felices a las salas de apego y con mucho entusiasmo, se sumaron a las clases presenciales de oficio. Pese a todas las dificultades, hay alumnas que hicieron su práctica en peluquería, servicio al cliente y artes culinarias”, manifiesta la directora académica de SoyMás.

 

Frente a la crisis económica, la fundación activó, desde abril a diciembre, campañas de alimentos que consistían en la entrega de cajas con verduras, frutas y abarrotes; además de las transferencias bancarias que permitieron que las jóvenes pudieran comprar lo que requerían. “La sensación es de haber logrado cumplir con los objetivos pese a toda la adversidad, pero, al mismo tiempo, queda un vacío por no haber podido interactuar más con las niñas y conocer más sus problemáticas o dudas. Pero, finalmente me quedo con el aprendizaje que lograron y que se manifiesta en las ganas de seguir estudiando en un instituto, universidad o centro de capacitaciones”, reflexiona.

 

Antes de ser parte de la fundación, Francisca Olavarría trabajó en el Centro Comunitario de Salud Mental de La Pintana, donde por más de dos años, pudo conocer bien la problemática de la comuna, a través de su paso por colegios, ferias y barrios.

 

VOCACIÓN DE SERVICIO

 

¿Cuesta desvincularse del trabajo al final de la jornada, sabiendo queda tanto por hacer?

Estudié en la Universidad Alberto Hurtado y Fernando Montes, su rector, nos decía algo que quedó muy marcado en mí y es que “uno estudia, independiente de la carrera que sea para ponerse al servicio de otro. Para mí, el trabajo social es parte de mi felicidad. Sentir que aporto es vital y tengo esa responsabilidad con los demás. La fundación me permite eso y nuestra directora Bárbara Etcheberry, siempre nos transmite ese espíritu.

 

 ¿Entonces logras desconectarte de sus propósitos al llegar a casa?

Sí, eso lo va dando la práctica, ya que, si no lo hago, tengo claro que al día siguiente no podré trabajar bien porque quedé preocupada y baja de energía. Si me estreso tendría que estar con licencia médica y lo que se necesita es estar en la fundación materializando desafíos. Hay situaciones de injusticia grave y muchas veces quedo ofuscada, pero me repongo sabiendo que voy a seguir trabajando para que disminuyan casos de injusticia o abuso.  Somos más útiles haciendo la pega más que reclamando o frustrándonos.

 

¿Qué es lo más complejo que enfrentan como fundación?

Creo que el abuso sistemático que viven las chicas que pertenecen a la fundación es complejo de digerir. Hay historias de abusos sexuales, violencia en el pololeo, maltrato institucional, vejaciones en el hogar. Todo esto es muy transversal e invisibilizado. Están desprotegidas y seguir victimizándolas no sirve. Por eso, las apoyamos para que se sientan mujeres que valen, que no pueden permitir abusos, que sí son merecedoras de amor, felicidad y respeto. Las tenemos que hacer sentir que pueden cambiar sus vidas, que tienen la misión personal de salir adelante a través del empoderamiento femenino y a la autonomía económica.

 

¿Qué significa para ti acompañarlas en esta transformación?

Ser parte del cambio de las mismas chicas, quienes se dieron cuanta desde lo intelectual que son valiosas. Ver cómo les cambia el concepto de la vida y llegan a la convicción de que pueden salir adelante, es algo increíble y muy potente. Es gratificante ver cómo ya no está dispuestas a retroceder porque cambio radicalmente la concepción que tenían de ellas y su existencia.