Por Erika Restrepo Giraldo – Creadora de Gratitud para el Alma
En un mundo acelerado y exigente, detenerse a agradecer parece un gesto menor. Pero en realidad, es una práctica poderosa que puede transformar profundamente la forma en que vivimos. La gratitud no es solo una emoción, es una herramienta que reconfigura nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestras relaciones.
La gratitud: ciencia y sabiduría ancestral
Durante siglos, tradiciones espirituales han reconocido la gratitud como un pilar de bienestar. Hoy, la ciencia lo confirma. Estudios de Harvard, UC Berkeley y la Universidad de Miami revelan que practicar gratitud mejora la calidad del sueño, reduce el estrés, fortalece las relaciones y aumenta la resiliencia emocional.
El Dr. Robert Emmons, uno de los mayores expertos en el tema, demostró que escribir diariamente tres cosas por las que estamos agradecidos durante 10 semanas puede aumentar la felicidad hasta un 25%. En pacientes con depresión, la gratitud redujo significativamente la ansiedad y la desesperanza.
¿Por qué funciona la gratitud?
Cuando agradecemos, activamos regiones del cerebro vinculadas al bienestar, como la corteza prefrontal medial y el sistema de recompensa. Se liberan dopamina y serotonina, neurotransmisores que generan sensaciones de paz, alegría y conexión. A largo plazo, esto entrena la mente para enfocarse en lo que sí hay, en vez de lo que falta.
La gratitud, además, no niega el dolor. Lo abraza. No se trata de romantizar las dificultades, sino de reconocer los aprendizajes, los vínculos y la fuerza interna que emergen incluso en los momentos más oscuros. Practicar gratitud no nos debilita; nos humaniza.
Mi historia: cuando agradecer se volvió vital
La gratitud no llegó a mí como una tendencia bonita. Llegó en un momento de crisis: tras la pérdida de mi padre, años en el mundo corporativo y un diagnóstico de depresión y ansiedad, sentí un profundo vacío. Fue entonces cuando descubrí la gratitud como una práctica transformadora.
Así nació Gratitud para el Alma, un espacio desde el cual hoy acompaño a miles de personas, marcas y equipos a reconectar con su interior, resignificar sus historias y vivir con más conciencia. La gratitud no me hizo olvidar el dolor, me enseñó a mirarlo con otros ojos.
Gratitud personal y colectiva
La gratitud no solo transforma nuestra vida interior. También impacta nuestras relaciones, entornos laborales y comunidades. Un equipo que practica la gratitud es más empático, colaborativo y humano. Mejora la comunicación, fortalece el liderazgo y potencia la creatividad.
Practicar gratitud no es hacer listas vacías ni repetir frases sin sentido. Es cultivar una actitud de presencia y valoración. Es aprender a decir “gracias” también por lo que no entendemos del todo, conectando pensamiento, emoción y cuerpo en coherencia.
Cómo empezar a practicar la gratitud
Incorporar la gratitud a tu vida es sencillo y poderoso. Aquí algunas prácticas efectivas:
- Escribe cada noche tres cosas que agradeces, sin importar lo pequeñas que parezcan.
- Agradece a alguien especial, aunque no encuentres las palabras perfectas.
- Transforma el “¿por qué me pasa esto?” en “¿para qué me está ocurriendo?”.
- Haz pausas conscientes durante el día para reconocer algo que puedas valorar.
- Cambia tu lenguaje: en vez de decir “tengo que”, prueba con “elijo” o “tengo la oportunidad de”.
- Escribe. La escritura activa zonas del cerebro que fortalecen la conexión con tu bienestar.
La gratitud no borra lo vivido, lo resignifica. Cambia tu energía, tu historia y tu manera de habitar el mundo. Cuando agradeces, sanas. Cuando sanas, te liberas. Y cuando te liberas, puedes transformar tu vida y la de quienes te rodean.
Hoy te dejo una pregunta:
¿Qué pasaría si empezaras a agradecer incluso lo que todavía no comprendes?
Erika Restrepo Giraldo
Embajadora de gratitud y fundadora de Gratitud para el Alma