Top

Blog

¿Qué tanto habría que drenar el pantano de Washington?

¿Qué tanto habría que drenar el pantano de Washington?

Trump, gane o pierda, es un fenómeno político mucho más profundo de lo que se había creído.

 

Por: Women in Connection | Publicado el 04 de noviembre de 2020 en El Tiempo

Women in Connection es un grupo de mujeres líderes que trabajan por la equidad de género, el empoderamiento de la mujer y el bienestar económico y social del país.

 

La pasada campaña electoral en EE. UU. se caracterizó por ser agresiva, profundamente polarizada, marcada por la influencia de las redes sociales, las fake news y teorías de la conspiración como la llamada QAnon. Todo ello combinado llevó a manifestaciones en las calles sin precedentes en la historia moderna del país. No obstante ello, fue muy satisfactorio ver cómo se llevó a cabo la jornada electoral previa al día de las elecciones, haciendo uso tanto del voto anticipado como del voto por correo, donde también se registró una participación sin precedentes con más de 140 millones de papeletas depositadas.

 

Lo que muy pocos se imaginaron es que el día de las elecciones se fuera a dar un empate técnico tan apretado, presentándose el escenario menos deseado. Puesto que al no tener resultados electorales definitivos y contundentes rápidamente, Trump aprovechó para poner en tela de juicio las instituciones electorales, declararse triunfador, solicitar detener el conteo de votos, anunciar posible fraude y sugerir elevar la decisión a la Corte Suprema. No sobra decir que su pronunciamiento es contradictorio, pues no vale decir que es el triunfador cuando al mismo tiempo hay un supuesto fraude.

 

En efecto, nos enfrentamos a dos realidades inesperadas. Por un lado, no se dio la llamada ‘ola azul’ donde el covid, el voto femenino y afroamericano iban a ser determinantes para el triunfo holgado de Biden; ni donde Donald Trump iba a ser una simple anécdota en la política norteamericana, donde su discurso populista y antisistema pasarían a un segundo plano. Por el contrario, su idea de “drenar el pantano de Washington” penetró en la mente de muchos votantes, sumada a la supuesta amenaza socialista. Una prueba contundente de esto es el resultado en la Florida, donde el voto cubano y venezolano fueron decisorios. En otras palabras, gane o pierda, Trump es un fenómeno político mucho más profundo y arraigado de lo que se había creído.

 

Si bien el sistema electoral norteamericano es complejo y no gana el candidato con mayor votación popular, hasta ahora la democracia norteamericana ha sido una de las más estables y pacíficas del mundo. Así mismo, democracia no es solo votar. En EE. UU. hay una total independencia entre las ramas del poder público, hay una clase empresarial fuerte y vigorosa, una libertad de expresión absoluta salvaguardada por la Primera Enmienda de la Constitución, una sociedad civil organizada dialogante y beligerante, y unas instituciones electorales confiables.

 

Quien habite la Casa Blanca debe gobernar para todos los estadounidenses. Es inminente llegar a consensos bipartidistas relacionados al manejo equilibrado de las políticas públicas. Se debe ser consecuente, pero sobre todo respetuoso de la historia ya vivida y de las batallas ya ganadas sin distingo de raza, género u orientación sexual. No es aceptable que estos temas sean ejes de la batalla electoral e ideológica en pleno siglo XXI.

 

Por supuesto hay temas más relacionados a posiciones ideológicas como el aborto, los impuestos, el gasto público o el tamaño del Estado. Pero la atención también se debe centrar en la influencia que tienen grupos de interés con gran capacidad de incidencia en Washington que no obedecen a ideología alguna y que solo benefician a unos pocos, pero sobre todo afectan a una enorme mayoría, como son el porte legal de armas, beneficios desproporcionados para los más ricos o el cambio climático. Es allí donde se debe prestar mayor atención, pues la chequera y la corrupción pueden ser la punzada que abra la herida por donde de desangre el exitoso modelo americano.

 

Hoy, las palabras y la retórica prevalecen sobre las acciones. Las campañas que se construyen a partir del miedo hacia el socialismo chavista o hacia hipercapitalismo de Wall Street deben dejar de ser el motor de la manipulación. Lo sucedido debería invitar a los norteamericanos a pensar en la importancia de los principios y valores basados en el respeto y en recuperar la confianza en la ciencia y en las estadísticas. Ronald Reagan decía sabiamente: “Cree, pero verifica”.

 

Marcela Prieto
Politóloga y experta en política pública. Vicepresidenta de Relaciones Institucionales para Iberoamérica y EE. UU. de Visión Américas LLC, directora del Comité de Política pública de Women in Connection.