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Apuntar más alto

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Hay unas libertades básicas del ser humano que aún no logramos para ningún género.

 

Por: Women in Connection | Publicado el 07 de abril de 2021 en El Tiempo

Women in Connection es un grupo de mujeres líderes que trabajan por la equidad de género, el empoderamiento de la mujer y el bienestar económico y social del país.

 

Muchas de las formas en la que se miden las brechas de género atienden a los espacios en los que aún no se logra que la población femenina haya logrado libertades importantes para el ser humano en la misma proporción que la población masculina. Recientemente se publicó el reporte de brechas de género del World Economic Forum (Global Gender Gap Report 2021), en el que se incluyen las mediciones de cuatro de ellas: participación económica y oportunidades, logros en educación, salud y supervivencia y empoderamiento político. El estudio se produce desde 2006 y es en sí mismo un gran logro puesto que nos permite saber cómo avanzamos en la discusión de equidad.

 

Hay buenas nuevas. En Colombia el avance en los cierres de las brechas para 2020 es similar al del mundo y positivo. En educación es 100 %, lo cual es una extraordinaria noticia. En salud, 97,5 %; en participación económica, 70,8 %. Y en empoderamiento político, 21,6 %. Nos falta recorrido, pero los avances son importantes.

 

Sin embargo, mi reflexión de hoy va en torno a las cosas que no medimos. Me asaltan al menos dos preocupaciones. La primera es que reduzcamos el problema de equidad al redil de los indicadores de brechas que tenemos. La segunda, que la discusión de brechas nos conduzca a rotular de “éxito” estadios que no lo son.

 

La primera preocupación, y sin ánimo de ser exhaustiva, es que en los indicadores encuentro poca información sobre las brechas que miden las libertades que se les niegan a los hombres por ser hombres. Es preocupante porque es una forma de sufrimiento humano y porque creo que esa negación es el origen de muchos de los impactos negativos que luego viven las mujeres. A qué no tienen acceso los hombres, por ejemplo, que los lleva a tantos actos de violencia contra ellas. Hay estudios que muestran que los niños son más sensibles a ambientes precarios que las niñas. ¿Sería esa una brecha que tenemos que entender si queremos estar mejor todos? Porque la violencia daña a víctimas y victimarios.

 

La segunda es que, en algunos casos, cerrar la brecha puede no ser suficiente. Cuando hablamos de participación económica y oportunidades, por ejemplo, estamos evaluando la brecha de acceso al entorno laboral que conocemos. Uno cuyo diseño, y habrá excepciones, dejó por fuera un ámbito de las personas, esa vida que todos tenemos, pero la que en muchos casos debemos dejar un poco de lado para ser “exitosos”. Es un éxito que a menudo implica sacrificios personales, como pasar poco tiempo con nuestros seres queridos. Implica, además que no podemos quejarnos porque el que quiere marrones…

 

Lo que creo debiéramos buscar es transformar el entorno laboral en uno donde nos reconozcamos íntegramente, un espacio incluyente con nosotros mismos. Entre otras, porque lo que dejamos de lado en buena parte comprende lo que hoy se llaman las tareas del cuidado. El mismo cuidado que se convierte en la carga excesiva que la sociedad les ha endilgado a las mujeres y que representa a su vez una serie de derechos que se les han vetado a los hombres en la masculinidad tradicional. Creo que si hacemos esto la brecha se cerrará, porque en ese entorno cabremos todos.

Me trasnocha pensar que la lógica inversa nos puede llevar a equilibrios mejores en apariencia, pero excluyentes en el fondo. Al final lo que quiero decir es que hay unas libertades básicas del ser humano que aún no logramos para ningún género, y que en esos casos no basta con cerrar las brechas, hay que apuntar más alto.

 

Ana Fernanda Maiguashca

Excodirectora del Banco de la República y directora del Comité de Empoderamiento y Academia de Women in Connection.