Por Marcela García
He comprobado que cuando mujeres y hombres lideramos con propósito, el impacto se refleja tanto en la economía como en la sociedad. A lo largo de mi trayectoria profesional, he visto que dirigir con visión y sentido transforma realidades, construye puentes y abre oportunidades. He trabajado con diversos grupos poblacionales y he confirmado que el liderazgo femenino, en particular, aporta una mirada única que enriquece los procesos y genera un cambio sostenible.
Soy Marcela García, una mujer que ha hecho del servicio público y del trabajo social una misión de vida. En cada etapa de mi camino he confirmado que el verdadero liderazgo nace del sentido y no del cargo. He trabajado en territorio, con gremios, empresas, mujeres emprendedoras, jóvenes y veteranos de la Fuerza Pública. En todos los escenarios, el motor del cambio ha sido el mismo: el trabajo con propósito.
Desde la Cámara de Comercio de Bogotá he tenido el privilegio de crear y liderar la Red Cree en Ti, una comunidad de mujeres empresarias y emprendedoras que impulsan el desarrollo económico de Bogotá-Región. Cada encuentro con ellas reafirma una verdad: detrás de cada empresa fundada por una mujer hay una familia que avanza, una comunidad que se fortalece y un país que progresa. Ese es el verdadero poder transformador del liderazgo femenino.
El sector empresarial es, sin duda, el corazón del desarrollo de un país. Cada empresa que nace genera empleo, movilidad social y bienestar. Pero cuando ese liderazgo empresarial proviene de mujeres, el impacto se amplifica: se multiplican las oportunidades y se democratiza el progreso.
Según la Cámara de Comercio de Bogotá, en 2025 el 42,3 % de las microempresas —más de 177 mil— son lideradas por mujeres. Son emprendedoras que cada día demuestran que el progreso se construye con disciplina, visión y resultados. Generan empleo, sostienen familias, educan hijos y dinamizan la economía con esfuerzo, creatividad y convicción. Muchas comenzaron con recursos limitados, pero con una fuerza interior inquebrantable.
Apoyar a las mujeres que producen no es un acto asistencial ni una obligación derivada de una ley de cuota de género: es una inversión en el futuro. Las mujeres no somos un grupo vulnerable; somos una fuerza productiva y transformadora que impulsa la economía y teje cohesión social. Cuando una mujer crece, crece su entorno. Cuando una mujer emprende, su comunidad avanza.
En la Red Cree en Ti he sido testigo de historias que se convierten en inspiración. Mujeres que superaron el miedo, reinventaron su vida y convirtieron una idea en empresa, y una empresa en propósito. Mujeres que lideran desde la acción, no desde la queja; que crean oportunidades en lugar de esperarlas. Esa es la verdadera revolución femenina: la que se impulsa desde la empresa, desde la productividad y desde la libertad económica.
Mujeres como María Antonia, fundadora de Arepas Vita, me recuerdan que la resiliencia transforma la adversidad en oportunidad. Patricia Marín, de Moritas Joyería, me enseña que la fuerza interior supera cualquier límite. Luz Marina Hernández, de Creaciones Lula, me inspira con su ejemplo de constancia y determinación. Podría mencionar a las más de 800 mujeres de la Red Cree en Ti, que día a día demuestran que el liderazgo femenino es un dinamizador de crecimiento.
Este artículo es solo un pequeño homenaje a todas ellas: mujeres que he tenido el privilegio de conocer, acompañar y admirar, y que nos reiteran el poder de creer en una misma. Sus historias de resiliencia, propósito y construcción inspiran a seguir fortaleciendo un tejido empresarial liderado por mujeres comprometidas con el bienestar y el desarrollo sostenible de sus territorios.
He visto cómo ese liderazgo consciente genera prosperidad compartida, impulsa la innovación y promueve comunidades más equitativas. Por eso, estoy convencida de que las mujeres somos una fuerza imparable de progreso. Nuestra contribución no se mide solo en utilidades o crecimiento, sino en el impacto social que dejamos a nuestro paso.
Cuando las mujeres creemos en nosotras y lideramos desde el propósito, el país entero avanza. Ese es, y seguirá siendo, mi propósito y mi legado: seguir construyendo puentes y abriendo espacios para que más mujeres lideren, transformen, dejen huella y construyan un futuro mejor para Colombia.





























